La deficiencia energética puede estar causada por factores muy diversos, que van desde razones totalmente inconscientes y no intencionadas hasta trastornos de la conducta alimentaria severos. Además, hoy en día se comienza a ver el impacto de las redes sociales en las conductas alimenticias y el riesgo de sufrir deficiencia energética [1–4]. En este sentido, desde mi punto de vista creo que pueden contribuir a que ocurre por todo el rango de causas posibles, siendo detontantes de trastornos de la conducta alimentaria o alimentación desordenada, o bien influyendo en la mala información de la gente sobre los buenos hábitos y elecciones nutricionales de su contexto concreto. No profundizaré en este aspecto porque, salvo algunos estudios que ya se están haciendo, sería exponer básicamente mi opinión.
Como he comentado, las causas de realizar un consumo energético demasiado bajo y sufrir baja disponibilidad energética y todas sus consecuencias son muy variados, pero se pueden agrupar en causas “intencionadas” (y lo pongo entre comillas porque, por ejemplo, nadie sufre un TCA de forma intencionada), y causas inconscientes (Figura 1) [1, 3].
El primer grupo hace referencia a toda una serie de factores en los cuales hay una intención consciente para reducir la ingesta energética y/o el peso corporal. Es decir, la persona deja de consumir cierta cantidad de energía o grupos de alimentos sabiendo en todo momento que lo está llevando a cabo. En este grupo se incluyen:
- Trastornos de la conducta alimenticia severos (como anorexia nerviosa o bulimia), bien cumpliendo todos los criterios diagnósticos o algunos de ellos [2, 5, 6].
- Otros patrones de alimentación desordenada pero que no están incluidos en el manual de diagnóstico (DSM-V), al menos de momento. Seguro que estás pensando en esa palabra de la que tanto se habla hoy en día y sí, me refiero a la ortorexia [7], pero también otro tipo de hábitos, así como la dependencia del ejercicio que muestran algunas personas [5].
- La pérdida de peso intencionada, ya sea por un objetivo estético o de rendimiento, pero que no se hace de forma adecuada sino mediante restricciones muy severas y/o la eliminación de grupos de alimentos concretos.
La prevalencia de personas que sufren deficiencia energética por los factores expuestos en el párrafo anterior es elevada, pero también ocurre en personas que no tienen ninguna intención de perder peso o modificar su ingesta ni su físico. Sin embargo, factores como las elecciones dietéticas, la regulación hambre-saciedad y el impacto del ejercicio en esto, el estilo de vida de la persona, los conocimientos o los recursos de los que dispone son algunas causas inconscientes de deficiencia energética [1, 3]. Un ejemplo sencillo de entender es aquel en el que una persona que realiza mucho ejercicio y no conoce sus requerimientos energéticos, toma malas elecciones en su dieta haciendo que esta sea de una densidad calórica baja (alto consumo de vegetales, fruta y alimentos ricos en fibra pero poca ingesta de otros grupos de alimentos como los ricos en carbohidratos y grasas). Esta persona cree que está llevando a cabo una dieta muy sana, pero no está cubriendo sus necesidades y, además, por las características saciantes de ese tipo de alimentación, puede no sentir más hambre. Este patrón alimenticio se ha reportado en mujeres deportistas en diversos estudios [8](aunque no va a ser siempre inintencionado, sino que puede haber un factor de los mencionados anteriormente) y muchos muestran cómo un porcentaje muy elevado de deportistas no cubre las recomendaciones de ingesta de carbohidratos. Esa mayor saciedad por la elección de alimentos es, por ejemplo, una característica de una dieta basada en plantas, y es por ello que los deportistas vegetarianos/veganos podrían tener mayor riesgo de sufrir deficiencia energética [9–11].
En este sentido, es también importante tener en cuenta el efecto anorexigénico del ejercicio, de manera que en periodos de alta intensidad y/o volumen de entrenamiento, muchos deportistas no compensan aumentando el consumo calórico y es común que ocurra deficiencia energética en esos periodos por no adecuar la ingesta al mayor gasto [12].
En resumen, las causas por las que una persona, deportista o no, puede entrar en un estado de baja disponibilidad energética son muy variadas. Cada una de ellas requerirá una o varias aproximaciones para resolver esa situación, pero desde luego no es un problema que afecte únicamente a personas con un TCA, ni mucho menos. Se podría profundizar mucho en cada uno de los puntos, y pueden ocurrir varios de forma simultánea o bien derivar unos de otros. Sin embargo, creo que ya me he alargado bastante y es mejor tratarlos por separado en futuros artículos.
BIBLIOGRAFÍA
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